lunes, 17 de junio de 2013

La santería es incompatible con la fe cristiana. Escrito por Mons. Enrique Sánchez Martínez Obispo Auxiliar de Durango

Mons. Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango
He querido comentar sobre este tema porque muchos católicos, y muchos de ellos comprometidos en la Iglesia, practican la santería y muestran todo un sincretismo religioso. Hice una síntesis de un artículo en www.conoze.com, y de una Carta Pastoral de Mons. Eduardo Boza Masvidal, Obispo Cubano, que nos ayudará a entender este fenómeno.

Busque en internet sobre éste término y existen cientos de sitios donde se informa y se ofrecen servicios de esta práctica de culto proveniente de las islas del Caribe y las Antillas. La santería ha causado curiosidad, extrañeza y fascinación al conocer que ahí se usan imágenes de santos y vírgenes a quienes se atribuyen poderes sobrenaturales, se invocan a las divinidades para lograr las causas imposibles, el éxito en los negocios, la adivinación del futuro, la solución de problemas amorosos o bien la curación de enfermedades imposibles para la medicina.

En México los santeros tienen un éxito considerable al recibir a personas necesitadas de sus servicios. Promocionan sus poderes y supuestos milagros en periódicos, sitios web y redes sociales y garantizan el trabajo mientras el cliente, desde luego, muestre los billetes y, al final, la fe requerida para conseguir lo imposible.

¿Qué es la santería? En síntesis, este culto pudo tener su origen en reinos del norte de África en los siglos XVII y XVIII. Desde 1810, las crisis de los reinos yorubas africanos fueron aprovechadas por las potencias imperialistas facilitando la esclavitud que llegó a territorio americano. Entre 1800 y 1840, miles de yorubas fueron enviados a posesiones urgidas de mano de obra esclava: Brasil y Cuba.

Los misioneros evangelizaron y sembraron en nuestro pueblo la semilla de la fe cristiana. Cuando vinieron de África negros como esclavos, aquellos hombres no pudieron ser debidamente evangelizados. Ni los sacerdotes sabían sus lenguas africanas ni ellos entendían el español. Se les hacia ir a la iglesia y practicar la religión católica, pero sin que hubiera habido una verdadera conversión. En su interior ellos seguían pensando en sus dioses paganos, y cuando veían en los templos católicos las imágenes de los santos cristianos, los identificaban con alguno de sus dioses, con los que les encontraban algún parecido o algún punto de contacto. Así nació y fue creciendo esa mezcla y confusión religiosa que después se extendió aún a personas de otro origen y raza.

La santería cree en un ser supremo, olorun, creador del universo, un ser omnisciente y justo, en su poder es totalmente distinto y apartado; para el contacto con los humanos se requieren deidades intermedias que conceden los favores solicitados. Los santeros, quienes tienen que ser iniciados, se relacionan con los orishas o santos, emanaciones de olurum. Los orishas son intérpretes del destino y necesitan ser honrados y complacidos con rituales, oraciones y sacrificios; velas, comida o elementos naturales en su honor. A ellos se les dedica una especie de altar, cuya imagen se asocia con la de los santos y vírgenes católicos como Obatalá, la virgen de la Merced; Yemayá, la virgen de la Regla; Orúnla, san Francisco de Asís; Changó, santa Bárbara; Eleguá, san Antonio de Padua; Oyá, la virgen de la Candelaria; Obá, santa Catalina; Oshún, la virgen de la Caridad del Cobre; Babalú Ayé, san Lázaro; Ogún, san Pedro; Orisha Oko, san Isidro Labrador; etc.

¿Por qué no se pueden conciliar el cristianismo y la Santería? Existen diferencias importantes que hay que señalar. El cristianismo es monoteísta, cree en un solo Dios. El Dios cristiano es el Dios de la Biblia, uno en naturaleza y trino en personas, Creador y Señor de todas las cosas. Esta creencia en un solo Dios es fundamental en nuestra fe. En el Antiguo Testamento, el pueblo de Israel tenía constantemente la tentación de volverse hacia los dioses de los pueblos paganos vecinos y los profetas les hacían una crítica dura e irónica haciéndoles ver que esos eran dioses falsos, hechura de manos humanas, que tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen, tienen boca y no hablan y es por eso que la ley de Moisés les prohibía hacerse imágenes para apartarlos de esa tentación. Jesucristo es ese único y verdadero Dios hecho hombre por amor a nosotros.

La Santería, en cambio, es politeísta, cree en muchos dioses, cuyos nombres ha dado a las imágenes de la Virgen María y de los santos cristianos. Pero la Virgen María y los santos cristianos no son dioses; son solo criaturas humanas, personas reales que han existido, y en su vida han dado ejemplo de fidelidad a Dios y de santidad de vida. Es algo completamente distinto.

El cristianismo es una religión de amor. Ese único Dios verdadero es un Padre que nos ama y al que nosotros amamos. En la oración acudimos a Él con confianza de hijos y en su Providencia descansamos confiados. La Santería, en cambio, es la religión del temor, del miedo. Hay que hacer cosas para librarse de males y apartar poderes maléficos, o para tener suerte y hacer propicios los dioses. Se teme más que se ama.

El cristianismo nos lleva a hacernos mejores, a transformar nuestra vida. En la medida en la que vayamos viviendo de verdad tenemos que hacernos mejores, vencer nuestros defectos y adquirir más virtudes, más dominio de nosotros mismos, más caridad, más humildad, más espíritu de servicio, en una palabra, más santidad. La Santería, en cambio, se queda en prácticas externas, en ritos y ceremonias que no nos transforman por dentro y que adquieren cierto sentido mágico cuyo efecto depende de los actos en sí, sin que cambiemos interiormente.

En nuestra sociedad duranguense, en general, pero especialmente entre la “alta sociedad”, empresarios, políticos, profesionistas y personas con medios económicos altos, ha proliferado la creencia y la práctica de la santería.

Esto nos revela que no hemos tenido un proceso serio de Evangelización y Catequesis, y que existen vacíos de formación cristiana en nuestro pueblo. Esto hace más urgente y necesaria la Iniciación Cristiana en nuestra Arquidiócesis.

Durango, Dgo., 16 de Junio del 2013

Madre mata a puñaladas a su hijo autista y alega que fue eutanasia. Con información de ACIPRENSA

Dorothy Spourdalakis
WASHINGTON D.C., 17 Jun. 13 / 05:10 am (ACI/EWTN Noticias).- Dorothy Spourdalakis asesinó a su hijo Alex, un adolescente autista de 14 años de edad en la ciudad de Chicago (Estados Unidos), apuñalándolo cuatro veces en el tórax y dos en el corazón, y casi cercenándole la mano. El crimen contó con la complicidad de la madrina del joven, quien se encargaba de su cuidado en su hogar, Jolanta Agatha Skrodzka.

El pasado 9 de junio Spourdalakis acuchilló a su hijo luego de que fallara su primer intento de asesinarlo con una sobredosis de píldoras.
De acuerdo a las autoridades, las mujeres decidieron asesinar al adolescente al considerar que su “condición emocional se había deteriorado”, luego de que lo retiraran del hospital en el que se encontraba dos semanas atrás.
Spourdalakis y Skrodzka dijeron tras su arresto que las necesidades de Alex eran demasiado para ellas y que quisieron poner fin a los sufrimientos del joven. Las autoridades reportaron que las mujeres manifestaron “frustración” por el cuidado del joven, especialmente por su autismo.
Tras acabar con la vida de Alex, ambas mujeres mataron al gato de la familia porque no querían que acabara en un albergue. Luego intentaron suicidarse ingiriendo píldoras.
Spourdalakis y Skrodzka fueron encontradas en estado semiconsciente en la habitación de Alex por el padre del joven, que está separado de la madre, quien fue al apartamento luego de que nadie contestara sus llamadas telefónicas.
Maureen O’Brien, asistente del Procurador Estatal del condado Cook, señaló que el asesinato de Alex “fue cometido en una forma fría, calculada y premeditada”.
Días atrás, Dorothy Spourdalakis organizó una campaña para que le permitieran retirar a Alex del hospital en el que se encontraba en Chicago, alegando que era maltratado y víctima de negligencias.
Spourdalakis aseguró que Alex necesitaba “algo simple, en el campo, donde pueda correr, obtener el tratamiento que necesita para mejorar”.
Con motivo de esa campaña, Andrew Wakefield, un científico británico autor de un estudio fraudulento que relacionaba las vacunas contra el sarampión, las paperas y la rubeola con el autismo, grabó un video que subió al sitio web Youtube pidiendo ayuda para que Alex abandone el hospital, diciendo que el joven sería alejado de su madre si no recibía apoyo, pues sería internado en “atención psiquiátrica a largo plazo”.