martes, 29 de septiembre de 2009

La enseñanza de la Iglesia Católica sobre la violencia doméstica. Una respuesta pastoral a la violencia doméstica contra la mujer

Introducción
Como pastores de la Iglesia en los Estados Unidos, nos unimos a los obispos de otros
países, especialmente Canadá y Nueva Zelandia, al declarar tan clara y fuertemente como
podamos que la violencia contra la mujer, en el hogar o fuera del hogar, nunca es
justificada. La violencia en cualquier forma -física, sexual, psicológica, o verbal- es
pecaminosa; muchas veces es también un crimen.
El abuso es un tópico en el que a nadie le gusta pensar. Pero como éste existe en
nuestras parroquias, diócesis y vecindades, presentamos esta declaración como un primer
paso en lo que nosotros esperamos será un continuo esfuerzo de la Iglesia en los Estados
Unidos para combatir la violencia familiar en contra de la mujer. Esta declaración es una
respuesta a las repetidas solicitudes de muchas mujeres y hombres a lo largo de los
Estados Unidos para tratar el tema.

Estamos escribiendo acerca de nuestro deseo de ofrecer los recursos de la Iglesia, tanto
a las mujeres que son maltratadas como a los hombres que abusan de ellas. Ambos grupos
necesitan de la fuerza y curación de Jesús. Estamos escribiendo también sobre la
conciencia de que en tiempos de inestabilidad económica, como el presente, en que los
asalariados pierden sus trabajos o son amenazados con su pérdida, se ven a menudo
afectados por un aumento en la violencia familiar.
A pesar de que estamos enfocando aquí la violencia en contra de la mujer, esto no
implica de ninguna manera que la violencia en contra de los hombres o de los jóvenes o los
mayores de edad o los no nacidos sea algo de menor gravedad. En realidad, la violencia en
contra de cualquier persona es contraria al mensaje del Evangelio de Jesús de "Amáos los
unos a los otros como yo los he amado". Cuando la violencia en contra de la mujer es
tolerada, puede ayudar a preparar el escenario para actos violentos en contra de otros
grupos también.
La violencia en contra de la mujer en el hogar tiene particularmente serias repercusiones.
Cuando la mujer es una madre y la violencia es llevada a cabo delante de sus niños, se
crean las condiciones en el ambiente para un ciclo de violencia que puede ser transmitido
de generación en generación.
Los consejeros de la violencia familiar nos enseñan que la violencia es un
comportamiento aprendido. En algunos casos, los hombres que cometen el abuso y las
mujeres que son abusadas han crecido en hogares donde ocurría la violencia. En una
situación semejante, un niño puede crecer creyendo que la violencia es un comportamiento
aceptable; los niños aprenden que ésta es una forma de ser poderosos. Los consejeros
sobre el abuso dicen que el niño que haya crecido en un hogar presenciando abuso físico
está mil veces más inclinado a utilizar la violencia en su propia familia. Al mismo tiempo,
apenas el 25% de los hombres que crecieron en hogares con abuso físico prefirieron no
usar la violencia.
Estamos de acuerdo con los obispos de Quebec, Canadá, cuando llaman a la comunidad
cristiana para "unir sus fuerzas y complementar el trabajo de aquellas asociaciones y
grupos que están actualmente comprometidos en prevenir y combatir esta forma de
violencia.
También estamos de acuerdo con los líderes de la Iglesia canadiense, quienes han
sostenido que cuando los hombres abusan de la mujer, "reflejan una falta de entendimiento
en nuestra sociedad acerca de la forma en que hombres y mujeres deben relacionarse unos
con otros. Ellos violan los valores básicos cristianos de justicia, igualdad, respeto, dignidad
y paz; van en contra del llamado a la práctica de la amabilidad, la bondad, la confianza, el
soporte mutuo, y de amarnos unos a otros como a nosotros mismos".

A quienes nos dirigimos
Reconociendo la seriedad del problema, estamos dirigiendo esta declaración a varias
audiencias:
•Primero, a las mujeres que son víctimas de la violencia y que necesitan la ayuda de la
Iglesia para escapar de su dolor y su aislamiento.
•A los párrocos, personal de la parroquia y educadores que a menudo son una primera
línea de defensa para las mujeres que están sufriendo el abuso.
•A los hombres, especialmente a aquellos que como agresores no saben cómo escaparse
del ciclo de violencia, o que no comprenden cómo esto puede conseguirse.
•A la sociedad, que lentamente está reconociendo el alcance de la violencia familiar en
contra de la mujer.

Nota: Esto no quiere decir que en esta declaración esté todo incluido sobre la violencia
en contra de la mujer. Porque la violencia tiene muchas dimensiones y ramificaciones, esta
declaración intenta ser una introducción junto con algunas sugerencias prácticas pastorales
a las parroquias de lo que pueden hacer ahora en ese sentido.
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Lo que dice la Biblia

Sobre el divorcio:
Mateo 5: 3l-32 Mateo l9: 3-9 Lucas l6: l8 I Corintios 7: l0-l6 I Corintios 7: 39-40
Deuteronomio 24: l-4 Marcos l0: 2-l2 Malaquías 2: l4-l6 Jeremías 3: l

Sobre la ira:
Efesios 4: 26 Proverbios l4: 29 Colosenses 3: 8 Colosenses 3: 2l Mateo 5: 22-24
Romanos l2: l9-2l Efesios 4: 3l-32 Proverbios l2: l6 Proverbios l4: l6-l7
Proverbios l6: 32 Proverbios l9: ll Proverbios 2l: 4 Proverbios 29: 8 Proverbios 30: 33
Santiago l: l9-20 Salmo 37: 8 Eclesiastés 7: 9 Hebreos l0: 30

Sobre la culpa:
Juan 5: 24 Juan l: 9 I Juan 3: l7-l8 I Juan 3: 20 Romanos 8: l Salmo 32: l,5
Salmo l03: 9-l2 Hebreos 8: l2 Hebreos l0: l7, 22 Jeremías 3l: 34 Jeremías 33: 8II
Crónicas 30: 9 Isaías 43: 25 Isaías 44: 22 Isaías 55: 7I I Corintios 5: l7 Apocalipsis l2: l0-ll
Lucas 7: 47-48, 50 Miqueas 7: l8-l9

Sobre el arrepentimiento:
Salmo 3l: ll Salmo 5l: 5-6, l9 Lucas 5: 8 Lucas l8: l3 Juan l6: 7-ll Isaías 6: 5
Romanos 2: l5 Hechos: 2: 37 Hechos l6: 29-30 Génesis 3: 7-8 Génesis 42: 2l-22
Lamentaciones l: 20 Job l3: 22-23 Job 40: 4-5 I Corintios l4: 24-25

Sobre el perdón y la aceptación:
Marcos ll: 25 Mateo 5: 44-45 Mateo l8: 2l-22 Colosenses 3: l3 Mateo 5: l0-l2
Mateo 6: l4-l5 Romanos l2: 20-2l I Pedro 2: l9-23 I Pedro 4: l4 Lucas 6: 35, 37
Efesios 4: 3l-32 Hebreos l0: 30 Juan 6: 37 Isaías l: l8 Jeremías 33: 8 Romanos l0: ll
Efesios 2: l3-l6 Romanos 5: 9-l0 II Corintios 5: l8-l9 Ezequiel 33: l9 I Pedro 2: 4-5
Isaías 43: 25 Lucas 7: 47-48 Miqueas 7: l8-l9 Colosenses l: 2l-23 Salmo l03: l-5
Salmo l03: l2-l3 I Tesalonicenses 5: 9-l0 Romanos l0: l3
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Lo que pueden hacer los párrocos y pastores

•Tener presente que las mujeres maltratadas recurren fácilmente al uso de
anticonceptivos y al aborto mismo. Iluminarlas sobre los métodos morales, o sea, naturales,
para la regulación de la natalidad y sobre la inmoralidad de otros métodos así como sobre
la absoluta inaceptabilidad del aborto.

•Al condenar el aborto o la anticoncepción se deben proveer alternativas como los
centros de ayuda a la mujer embarazada y de planificación natural de la familia.

•Téngase en cuenta que algunas mujeres se vuelven alcohólicas o drogadictas o intentan
suicidarse como resultado del abuso padecido. El abandono de la mujer por parte del
hombre ha sumido en la pobreza a incontables mujeres y constituye una violencia física,
emocional y espiritual.

•Mírese el problema desde todos sus ángulos. La violencia doméstica tiene muchas
consecuencias a corto y largo plazo para los cónyuges, para sus hijos (si los tienen) y para
la sociedad. Es imprescindible combatirla en todas sus formas, y proteger a las mujeres y a
los niños, que son sus principales víctimas.

•Haga de su parroquia o templo un lugar seguro donde las mujeres agredidas y los
hombres que las agraden puedan obtener ayuda.

•Aprenda todo lo que pueda sobre la violencia doméstica y comuníquelo a las demás
personas que también están en posición de ayudar a las víctimas.

•Manténgase en estado de alerta para percibir cualquier señal de abuso en las mujeres
que pertenecen a su iglesia.

•Asegúrese de que las homilías en su iglesia toquen alguna vez el tema. Si las mujeres
maltratadas no oyen nada sobre este tema, pueden creer que a nadie le importa lo que les
está sucediendo. Describa lo que es el abuso, de modo que esas mujeres puedan
reconocerlo y buscar ayuda.

•Si usted sospecha que una mujer está siendo maltratada, haga preguntas directas.
Pregúntele si ha sido insultada o golpeada en su hogar. Evalúe cuidadosamente las
respuestas de ella. Algunas mujeres no se dan cuenta de que están abusando de ellas o
mienten para proteger a sus esposos o novios.

•Al hablar con una persona maltratada, ejerza su carisma de discernimiento. No siempre
es víctima toda mujer que se presenta como tal. A veces el hombre también es una víctima,
o, por lo menos, el mal comportamiento de su compañera tiene relación con su agresividad.
Lo ideal es siempre oír las dos partes.

•A los ministros de Dios les toca tratar de salvar los matrimonios. Así como "una
golondrina no hace verano", tampoco una sola reacción violenta significa que el matrimonio
esté irremediablemente perdido. Indague sobre el grado de amor mutuo. Recuérdeles
aquello de San Pablo: "El amor todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo
aguanta" (1 Cor. 13,7). Mientras haya verdadero amor y un deseo de superación, hay
esperanzas.

•Con frecuencia no hay ya esperanzas, porque el amor ha muerto. Signo de ello es el
abuso habitual. Comprenda lo mucho que ha sufrido la víctima, pues el agresor era alguien
a quien ella se había unido por amor. La víctima siente lo mismo que el salmista: "Si un
enemigo me ultrajara, podría soportarlo; si mi adversario se alzara contra mí, me escondería
de él. ¡Pero has sido, tú, mi propio compañero, mi más íntimo amigo, con quien paseaba
entre la multitud por el templo de Dios!" (Sal. 55, 13-15).

•Si la víctima realmente lo es, procure liberarla de los sentimientos de culpabilidad que
pueda tener. Hágale ver que ella también quizás necesitará ayuda de un psicólogo o
psiquiatra, pues es posible que se haya establecido el patrón de la violencia desde su
infancia. Debido a esto, no son raros los casos en los que una víctima vuelve a casarse o
relacionarse con unagresor.

•Si la relación entre la pareja no puede mantenerse, ayude a la víctima a reconocerlo. A
veces les han dado a mujeres consejitos "piadosos" que no resuelven y que pueden hasta
costarles la vida. Si no hay remedio, no hay que decir: "Ésa es tu cruz; tienes que
soportarla". O "si tú le das más amor a tu esposo y eres sumisa, él cambiará".

•En las sesiones de preparación para el matrimonio, evalúe los métodos que utilizan las
parejas para lidiar con sus desacuerdos, y sus patrones familiares para la solución de los
problemas.

•Posponga el matrimonio si identifica señales de abuso presente o sospecha que lo habrá
en el futuro.

•En los programas de preparación para el Bautismo, manténgase alerta con respecto a la
excesiva inquietud que podría ocasionar el advenimiento de un hijo, lo cual pudiera
conducir a un comportamiento violento.

•Mantenga una lista vigente de las instituciones que ayudan a mujeres abusadas. Tenga
a la mano un plan de acción por si una mujer agredida llama solicitando ayuda. Establezca
comunicación con la policía y con las agencias de ayuda. Tenga un lugar seguro para
mujeres abusadas.

•Asegúrese de que los diáconos, catequistas y demás educadores de su iglesia reciban
entrenamiento sobre cómo identificar el abuso doméstico.

•Organice seminarios sobre la violencia doméstica en su iglesia. Publique en su boletín
una lista de los lugares y números de teléfonos donde las mujeres abusadas pueden llamar
para obtener ayuda.

•En las liturgias penitenciales de su iglesia, identifique la violencia contra la mujer como
un pecado contra el cuarto y quinto mandamiento.

•Entre las oraciones comunitarias, incluya preces por las víctimas del abuso, por sus
abusadores y por quienes les ofrecen ayuda.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Lugares de Preventa de Boletos para el Evento de Hombre Nuevo

LIBRERÍA CASA DE MARÍA INMACULADA
Adolfo Prieto 1605
casi esp. con Parroquia
Col. Del Valle

Tel.- 55-34-42-00
Tel.- 55-34-42-14

HORARIO: DE MARTES A DOMINGO DE 8:30 A 19:00 HRS.


Más lugares de Preventa de Boletos para el evento de Hombre Nuevo

DECORACIONES NORGE
BAJIO ESQ. CHILPANCINGO COL. ROMA SUR.
HORARIO: DE LUNES A VIERNES DE 11:00 A 19:00 HRS.


PREVENTA: 50% DE DESCUENTO.
VIDA NUEVA: 2X1 = 50 PESOS

Próximo Evento de Hombre Nuevo. Sábado 3 de Octubre 2009

LA VIOLENCIA QUE DERRUMBA LA VIDA
CUANDO LOS GOLPES DUELEN EN EL ALMA



SÁBADO 3 DE OCTUBRE A PARTIR DE LAS 10:00 HRS.
CENTRO UNIVERSITARIO MÉXICO
CONCEPCIÓN BEISTEGUI NO. 1106
COL. DEL VALLE.



CONFERENCIA 1: PSICÓLOGA CLÍNICA JULIA BORBOLLA: PSICOLOGÍA DEL AGREDIDO – EL ESCUDO DE LA DIGNIDAD.

CONFERENCIA 2: MAESTRA EN PSICOLOGÍA ESTELA DURÁN –PSICOLOGÍA DEL AGREDIDO: CUANDO LOS GOLPES DUELEN EN EL ALMA.



Consulta el Mapa para llegar:.


domingo, 13 de septiembre de 2009

No es la Iglesia. Periódico "Semanario de Guadalajara"



8 de Septiembre de 2009


A propósito de la afirmación que hizo el Padre Hugo Valdemar, Vocero en el Arzobispado de México, la prensa, en general, manifestó literalmente que “la Iglesia pide revisar los libros de texto…” El asunto sobre el tema que pidió el Padre Valdemar corregir, puede pasar a segundo término, en este momento, pero se refería a la excomunión de los Curas Miguel Hidalgo y Costilla y José María Morelos y Pavón que, en realidad, no murieron en tal situación, sino que fueron absueltos; algo que no reflejan con fidelidad los libros que reparte la Secretaría de Educación.
Pero decíamos que este asunto, por ahora, puede ocupar otro espacio y otro tiempo. Lo citamos como referencia a lo que queremos tratar: “La Iglesia pide (dice, expresa, etc…)”, colocando la voz de la Iglesia en una persona. La verdad es que ésa no es la voz de la Iglesia, ni universal, ni nacional. Sí podemos señalarla como la voz de la Iglesia en la Arquidiócesis de México, por el puesto que desempeña el clérigo mencionado, pero hasta ahí.

Y no es que queramos desprestigiar a nuestro apreciado hermano sacerdote, ni denostar su cargo, sino que muchos fieles se confunden con tal presentación de algunos Medios de Comunicación porque, en realidad, la palabra del P. Hugo (como lo conocemos), no es la voz de la Iglesia en México. Y él tampoco, estamos seguros, cuando habla a nombre de la Arquidiócesis a la que pertenece, se ostenta como la voz de la Iglesia. Jamás lo hemos escuchado que se presente de esa forma, y jamás lo haría. Son algunos Medios los que lo presumen de esa forma.
No es la primera vez que sucede, como también han aplicado este error a Voceros de otras Diócesis, aunque no pertenezcan a la Arquidiócesis de México. Quizás de ésta se ocupan más los comunicadores por estar en la Capital de la República, y probablemente de ahí se derive la confusión propia y la que provocan los reporteros que señalan que “la Iglesia dice…”. No, no es la Iglesia en México la que habla cuando algún Vocero diocesano hace una declaración, aunque lo diga “en la tele”.
La comunidad de creyentes lo debe saber, porque algún Vocero diocesano puede caer en un error, que luego puede interpretarse como si fuera la Iglesia toda, por lo menos la de nuestra Nación. Y porque también no se tiene la pretensión, en ninguno de ellos, de abarcar ese espacio de hablar a nombre de la Iglesia. Ninguno tiene ni pretende ese privilegio, y si acaso alguno lo quisiera, la verdadera palabra oficial de la Iglesia lo ignoraría.
En México, los Obispos que conforman la Conferencia Episcopal Mexicana han destinado, para que sea expresión de su pensamiento ante los Medios de Comunicación, al que funge como Secretario General de este organismo, cargo que actualmente desempeña Mons. José Leopoldo González González, Obispo Auxiliar de Guadalajara, quien también ha sido elegido, recientemente, como Secretario General de la Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM). Así que no nos hagamos bolas. La Iglesia no dice, cuando algunos reporteros dicen que dijo, porque así lo dijo un Vocero diocesano.
Por desgracia, no creemos que este asunto se resolverá. Seguiremos escuchando, sin duda, cada vez que tenga qué hacer una declaración o responda a una pregunta algún Vocero diocesano, que “la Iglesia dice…”. No es verdad; las cosas no son así, ni nadie de los Voceros diocesanos pretende que así sea.
Tampoco pensamos que hay mala fe de parte de todos los comunicadores. Es, simplemente, incompetencia; es decir, no existe, en algunos reporteros, la suficiente capacitación para cubrir la fuente religiosa. Ahora ya lo expresamos aquí, para que la comunidad creyente sepa, que la palabra de cualquier Vocero diocesano no representa a la Iglesia en México.

Decálogo para leer con provecho la Biblia. Mons. Mario De Gasperín Gasperín. Obispo de Querètaro

Septiembre: mes de la Biblia

1. Nunca creer que somos los primeros que han leído la Santa Escritura. Muchos, muchísimos a través de los siglos la han leído, meditado, vivido, transmitido. Los mejores intérpretes de la Biblia son los santos.

2. La Escritura es el libro de la comunidad eclesial. Nuestra lectura, aunque sea a solas, jamás podrá ser en solitario. Para leerla con provecho, hay que insertarse en la gran corriente eclesial que conduce y guía el Espíritu Santo.


3. La Biblia es “Alguien”. Por eso se lee y celebra a la vez. La lectura mejor de la Biblia es la que se hace en la Liturgia.

4. El centro de la Santa Escritura es Cristo; por eso, todo debe leerse bajo la mirada de Cristo y cumplido en Cristo. Cristo es la clave interpretativa de la Santa Escritura.

5. Nunca olvidar que en la Biblia encontramos hechos y dichos, obras y palabras íntimamente unidas unas con otras; las palabras anuncian e iluminan los hechos, y los hechos realizan y confirman las palabras.

6. Una manera práctica y provechosa de leer la Escritura es comenzar con los santos Evangelios, seguir con los Hechos y las Cartas e ir entreverando con algún libro del Antiguo Testamento: Génesis, Éxodo, Jueces, Samuel, etcétera... No querer leer el libro del Levítico de corrido, por ejemplo. Los Salmos deben ser el libro de oración de los grupos bíblicos. Los profetas son el “alma del Antiguo Testamento: hay que dedicarles un estudio especial.

7. La Biblia se conquista como la ciudad de Jericó: dándole vueltas. Por eso, es bueno leer los lugares paralelos. Es un método entretenido, pero muy provechoso. Un texto esclarece al otro, según aquello de San Agustín: “El Antiguo Testamento queda patente en el Nuevo y el Nuevo está latente en el Antiguo”.

8. La Biblia debe leerse y meditarse con el mismo Espíritu con que fue escrita. El Espíritu Santo es su autor principal y es su principal intérprete. Hay que invocarlo siempre antes de comenzar a leerla y al final, dar gracias.

9. Nunca debe utilizarse la Santa Biblia para criticar y condenar a los demás.

10. Todo texto bíblico tiene un contexto histórico donde se originó y un contexto literario donde se escribió. Un texto bíblico, fuera de su contexto histórico y literario, es un pretexto para manipular la Palabra de Dios. Esto es tomar el nombre de Dios en vano.

+ Mario De Gasperín Gasperín
Obispo de Querétaro


Consolidar nuestra democracia. Mons. Carlos Quintero Arce. Arzobispo Emérito de Hermosillo


1.- Está cercana ya la celebración del bicentenario de nuestra Independencia y también el centenario de la Revolución Mexicana – ya están adornando las calles del centro de la ciudad, se preparan fiestas emotivas, hay alegría en los rostros - quizá también a pesar de la crisis habrá la ocasión de derrochar los recursos que tenemos.

Es bueno y alabo en que se organicen fiestas, pero yo espero que estas festividades sean la ocasión de avanzar en nuestra democracia y en el desarrollo de una conciencia cívica de nuestros políticos y de nuestro pueblo, y en lo particular yo espero que nosotros cristianos crezcamos en la conciencia de la dimensión política de nuestra fe.

De alguna manera yo quiero en esta ocasión exhortar a los hombres y mujeres de nuestro tiempo a contribuir a la consolidación de nuestra democracia porque es importante asumir un estilo de vida democrático y promoverlo en el ámbito de vida en el que nos desarrollamos.

2.- Yo espero que nuestros dirigentes inviten a todos a asumir la tarea de formar su conciencia, de respetar siempre los derechos políticos de la ciudadanía, y al trabajar a favor de los pobres no tomar posiciones partidistas y, a ayudar a que toda nuestra comunidad tenga civilizada convivencia fundadas en el respeto a la dignidad de las personas.

Quiero, en esta ocasión, dirigirme especialmente a los padres y a las madres de familia a quienes invito a revisar el estilo de vida familiar para superar las formas autoritarias, por formas participativas y, en la medida de lo posible, democráticas.

Espero también que, todas nuestras instituciones educativas integren autenticas comunidades educativas, que más allá de una educación individualista, se hagan responsables de la trasmisión y vivencia de las virtudes sociales y políticas.

Quiero especialmente dirigirme a los que escriben en los Periódicos y a todos los que trabajan en los medios de comunicación, que tanta influencia ejercen sobre los lectores y la sociedad, para animarlos a vivir su profesión como un apostolado al servicio de la verdad, del bien común y de la democracia.

Además quiero alentar a todos los que participan en organizaciones de la Sociedad Civil para que continúen con renovado entusiasmo fortaleciendo la subjetividad de la sociedad.

3.- A quienes están comprometidos en la actividad política tanto si son parte de algún partido político, como también si ocupan puestos de representación y de servicio público, los exhorto a asumir con valentía, audacia y creatividad la dimensión ética de la política, y a vivirla como caridad social, a impregnar su ambiente de trabajo con una opción decidida por la justicia y por el desarrollo integral de las personas.

Particularmente las más pobres – Yo espero que los políticos sean fieles a su conciencia cristiana que les pide la promoción de la dignidad humana y el respeto de la vida en todas sus etapas, desde su concepción hasta su final natural.

Los invito a todos mantenernos unidos en la esperanza, porque creo que todos trabajamos por lograr una Patria mejor. Busquemos siempre consolidar nuestra democracia.

Felices Fiestas Patrias.

Afectísimo en Jesucristo; Le Bendigo de todo corazón.



+ Mons. Carlos Quintero Arce
Arzobispo Emérito de Hermosillo


Mensaje del Señor Cardenal Norberto Rivera Carrera en el Centro Cultural México- Turquia


México, D.F. 10 de septiembre 2009


Señores Directores del Centro de Intercambio Cultural México-Turquía.

Señor Embajador de Turquía en México

Autoridades del Gobierno Mexicano

Señoras y señores:

Quiero manifestar mi alegría por estar entre ustedes en este Centro de intercambio cultural entre dos naciones de grandes tradiciones culturales y religiosas, México y Turquía, y de grandes experiencias de hospitalidad y apertura hacia las distintas naciones del mundo. México inició una nueva etapa de su historia en la llamada revolución de 1910, al tiempo que Turquía inicia con Mustafá Kemal Ataturk su etapa de modernidad. También debemos destacar el esfuerzo contemporáneo de un México más abierto a la democracia y al reconocimiento de los derechos humanos fundamentales, señaladamente el de la libertad religiosa, tal como comienza a suceder también en la historia de Turquía, deseosa de abrir sus espacios hacia la Europa occidental con quien tiene fuertes vínculos.

Al pensar en la gran nación turca, desde siempre puente entre oriente y occidente, puerta entre el continente asiático y el europeo, no puedo dejar de señalar la historia antigua de este gran territorio que guarda una estrecha relación con la cultura helenista y romana y, muy especialmente, con los orígenes de las primeras comunidades de la Iglesia, siendo la patria de uno de los principales forjadores de nuestra tradición cristiana: san Pablo de Tarso y siendo la segunda patria de uno de los más notables apóstoles, san Juan el evangelista, con quien se vincula en una antigua tradición la permanencia de la Virgen María en Éfeso. Tampoco puedo dejar de recordar los grandes momentos en el desarrollo de la Iglesia a través de los concilios de los siglos IV y V, de Nicea, Constantinopla, Éfeso y Calcedonia, todos dentro de este territorio que se organizó en torno al patriarcado de Constantinopla, caminando por varios siglos junto al imperio bizantino, y que nos ha dejado, como testimonio imperecedero, la Basílica de Santa Sofía, en la actualidad una gran mezquita de Estambul.



Son muchas las historias que podríamos recordar, historias de culturas y pueblos que hoy forman una nueva realidad, tal como sucede también en México, donde sus culturas antiguas y sus habitantes originales se han transformado y se han enriquecido con el encuentro nuevas culturas y nuevos contingentes humanos. Nunca ha sido fácil para los pueblos el desarrollo de su historia, y no es la excepción ni para México, ni para Turquía. Hoy, sin embargo, tienen una fisonomía propia y buscan desplegar su identidad hacia el futuro en pacífica convivencia con las demás naciones. Por ello quiero manifestar mi aprecio por este singular centro de intercambio cultural en el que nos encontramos reunidos esta noche.



Hay un motivo que nos anima a compartir este momento no solo como ciudadanos de un país, unos de México, otros de Turquía, sino también como herederos de una gran tradición religiosa, el reconocimiento del único Dios, que desde el Patriarca Abraham nos lleva por caminos paralelos en la búsqueda y en la obediencia del Altísimo, del único Santo, Señor y dador de vida, Señor del universo todo. Quiero recordar las palabras con que el Concilio Vaticano II, nos anima a fortalecer nuestros lazos de amistad cuando dice que “La Iglesia mira con aprecio a los musulmanes, que adoran al único Dios vivo y subsistente, misericordioso y omnipotente, Creador del cielo y de la tierra, que habló a los hombres, a cuyos ocultos designios procuran someterse por entero, como se sometió a Dios Abrahán, a quien la fe islámica se refiere de buen grado. Veneran a Jesús como profeta… honran a María, su madre virginal, y a veces incluso la invocan devotamente. Además, esperan el día del juicio, cuando Dios recompensará a todos los hombres una vez que hayan resucitado. Aprecian, por tanto, la vida moral y veneran a Dios sobre todo con la oración, las limosnas y el ayuno. Si bien en el transcurso de los siglos han surgido no pocas disensiones y enemistades entre cristianos y musulmanes, el santo Sínodo exhorta a todos a que, olvidando lo pasado, ejerzan sinceramente la comprensión mutua, defiendan y promuevan juntos la justicia social, los bienes morales, la paz y la libertad para todos los hombres” [1] .



Un gran amigo de México, en la fe y en el testimonio del único Dios, el Papa Juan Pablo II, visitó nuestros dos países hace treinta años. Fue él quien expresó “México siempre fiel” al contemplar nuestra religiosidad, y en su visita a Turquía a finales del mismo año en 1979, decía, “Me pregunto si no será urgente, precisamente hoy en que los cristianos y los musulmanes han entrado en un nuevo periodo de la historia, reconocer y desarrollar los vínculos espirituales que nos unen, a fin de “defender y promover juntos la justicia social, los valores morales, la paz y la libertad” [2] .



También es oportuno recordar las palabras que dirigió el Papa Benedicto XVI a las autoridades turcas durante su visita en 2006, donde dijo: “espero que lleguemos a conocernos mejor, fortaleciendo los vínculos de afecto entre nosotros, con el deseo común de convivir en armonía, en paz, y con confianza mutua. Como creyentes, encontramos en la oración la fuerza necesaria para superar todo rastro de prejuicio y dar un testimonio común de nuestra firme fe en Dios” [3] .



Quiero hacer mías todas estas expresiones que muestran la actitud de apertura y respeto de la Iglesia católica hacia el mundo musulmán en general y el pueblo turco, en especial. Una actitud que debe ir más allá de discursos y pronunciamientos, a los hechos concretos en la relación de las personas y en la apertura de caminos de confianza, de dialogo y mutuo aprecio, por nuestras inquietudes espirituales y nuestros valores comunes. Hoy debemos manifestar juntos nuestro amor y respeto a la vida como don de Dios, nuestro compromiso con el reconocimiento de la dignidad humana y vocación a la trascendencia. Juntos podemos buscar que haya un verdadero respeto a la libertad religiosa y al derecho de los creyentes para participar en la construcción de la sociedad a la que pertenecen.



No cabe duda que una de las grandes acciones que debemos manifestar mucho más a menudo al mundo y a la cultura de hoy, es nuestra convivencia en armonía y en paz, dentro de nuestra común búsqueda de Dios. Un mundo que se destruye entre el odio y la violencia debe contemplar que nuestros caminos hacia Dios nos unen en el respeto y el aprecio, y nos llevan a dar un testimonio común de amistad, sin dejar las propias convicciones y sin confundir nuestros propios caminos hacia Dios. El mundo de hoy espera de nosotros signos más coherentes de reconciliación y fraternidad. Son los odios los que impiden a muchos encontrar caminos hacia el Verdadero Dios, es la violencia la que aleja a muchos de la verdadera esperanza. Cuando avanza en muchos ambientes la incredulidad y el materialismo, cuando entre muchos jóvenes de nuestro tiempo hay un vacío espiritual, se hace más urgente mostrar con sencillez y coherencia la alegría de la fe y la capacidad de compartir la riqueza de nuestras tradiciones religiosas.



Quiero manifestar como Arzobispo y Pastor de esta iglesia Arquidiocesana de México mi gratitud por esta deferencia de hacernos participar en la ruptura del ayuno de este día, en el mes de Ramadán, dentro de los últimos diez días que, de acuerdo a la tradición, debe ser el periodo más intenso. Compartimos el sentido religioso del ayuno, como escuela de disciplina y de piedad, no solo por la abstinencia de los alimentos, sino también por el crecimiento moral que implica, al exigirnos de manera personal, dejar de lado malas acciones y desarrollar nuestra generosidad hacia los demás. Compartimos el sentido religioso del ayuno, que desde tiempos antiguos acompaña a los todos los fieles como una expresión de renuncia a las cosas importantes de la vida, como preparación para recibir una mayor experiencia de Dios.



Mi gratitud por esta iniciativa para reunirnos, mi aprecio por este testimonio de religiosidad que nos edifica mutuamente.



Que Dios nos bendiga a todos, ¡Sólo Dios es grande!

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[1] Documentos del Concilio Vaticano II (1962-1965), Declaración sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas (Declaración Nostra Aetate) #3.



[2]Viaje Apostólico de su Santidad Juan Pablo II a Turquía, Homilía en la liturgia celebrada para los católicos de Ankara, #3. 20 de noviembre 1979. L´Osservatore Romano, edición en español, 9 de diciembre 1979, p 8.



[3] Viaje Apostólico de su Santidad Benedicto XVI a Turquía, Discurso del Santo Padre durante el encuentro con el Presidente del Departamento de Asuntos Religiosos de Turquía, 28 de noviembre 2006.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Video de la Visita del Papa Benedicto a la Zona Cero del WTC de Nueva York en Abril de 2008



Oración por la Paz. Benedicto XVI. WTC, New York 2008


En 2008 el Papa Benedicto XVI en su Visita a Estados Unidos, oró en Nueva York en la llamada Zona Cero, donde el 11 de Septiembre de 2001, un atentado terrorista destruyo las torres gemelas del WTC.
Esta es la Oración por la Paz que el Papa Benedicto XVI pronunció en Nueva York

¡Oh Dios de amor, compasión y salvación!
¡Míranos, gente de diferentes creencias y tradiciones,
reunidos hoy en este lugar,
escenario de violencia y dolor increíbles!.

Te pedimos que por tu bondad
concedas la luz y la paz eternas
a todos los que murieron aquí-
a los que heroicamente acudieron primero,
nuestros bomberos, policías,
servicios de emergencia y las autoridades del puerto,
y a todos los hombres y mujeres inocentes
que fueron víctimas de esta tragedia
simplemente porque vinieron aquí para cumplir con su deber
el 11 de septiembre de 2001.

Te pedimos que tengas compasión
y alivies las penas de aquellos que,
por estar presentes aquí ese día,
hoy están heridos o enfermos.

Alivia también el dolor de las familias que todavía sufren
y de todos los que han perdido a sus seres queridos en esta tragedia.
Dales fortaleza para seguir viviendo con valentía y esperanza.
También tenemos presentes
a cuantos murieron, resultaron heridos o sufrieron pérdidas
ese mismo día en el Pentágono y en Shanskville, Pennsylvania.
Nuestros corazones se unen a los suyos,
mientras nuestras oraciones abrazan su dolor y sufrimiento.

Dios de la paz, concede tu paz a nuestro violento mundo:
paz en los corazones de todos los hombres y mujeres
y paz entre las naciones de la tierra.
Lleva por tu senda del amor
a aquellos cuyas mentes y corazones
están nublados por el odio.

Dios de comprensión,
abrumados por la magnitud de esta tragedia,
buscamos tu luz y tu guía
cuando nos enfrentamos con hechos tan terribles como éste.
Haz que aquellos cuyas vidas fueron salvadas
vivan de manera que las vidas perdidas aquí
no lo hayan sido en vano.

Confórtanos y consuélanos,
fortalécenos en la esperanza,
y danos la sabiduría y el coraje
para trabajar incansablemente por un mundo
en el que la verdadera paz y el amor
reinen entre las naciones y en los corazones de todos.

Cortesía de aciprensa.com

jueves, 3 de septiembre de 2009

Certifican la no excomunión de insurgentes de la Independencia


Luego que la Comisión para los Festejos del Bicentenario de la Independencia y la Revolución Mexicanas de la Cámara de Legisladores pidiera la intercesión del Cardenal Norberto Rivera Carrera, Arzobispo Primado de México, para que el Vaticano “levantara” las excomuniones a los sacerdotes Miguel Hidalgo y Costilla y José María Morelos y Pavón, próceres de la gesta de la Independencia de México, el pasado domingo se dio el dictamen final sobre el estudio histórico: Hidalgo y Morelos murieron en el seno de la Iglesia Católica en la que sirvieron como ministros.

El estudio lo coordinó el P. Gustavo Watson Marrón, director del Archivo Histórico de la Arquidiócesis de México, quien en conferencia de prensa desde la Catedral Metropolitana presentó el documento en el que ratifica que ambos héroes nacionales se confesaron antes de morir y que por ese acto decidieron permanecer en el seno de la Iglesia como hijos de Dios, “por ello, no hay razón para levantar una excomunión. No estaban excomulgados”, señaló el experto.

En el trazado histórico documental, que será enviado a la LXI Legislatura, el P. Watson certificó que Hidalgo y Morelos, como hijos de la Iglesia fueron sepultados en camposanto e, incluso años más tarde fueron depositados sus restos en el recinto más sagrado de México, la Catedral.



De este modo, tanto el Padre de la Patria como el Siervo de la Nación pueden ser considerados como miembros legítimos de la Iglesia; el primero, por recibir auxilio religioso y confesarse; y el segundo por rezar durante su traslado a San Cristóbal Ecatepec y por visitar devotamente la Capilla del Pocito, en la Villa de Guadalupe, antes de ser ejecutado.



Sin embargo, el sacerdote historiador asegura que los procesos de excomunión girados en contra de Hidalgo y Morelos tuvieron tintes “irregulares” por la jurisdicción canónica del entonces obispo electo de Michoacán, Manuel Abad y Queipo, quien ordenó tanto su excomunión como el proceso de reducción del ministerio.



Incluso, las excomuniones a los insurgentes no fueron procesadas por el levantamiento independentista, ni por sus ideas políticas o sociales; “en realidad fue por haber atentado en contra de civiles y contra religiosos y sus bienes durante las campañas militares”, explica el P. Watson.



De acuerdo con los estudios históricos, ocho días después del inicio de la lucha de independencia (24 de septiembre de 1810) el obispo electo de Michoacán, Manuel Abad Queipo promulgó el edicto que declaraba que Hidalgo había incurrido en excomunión por “haber atentado contra la persona y libertad del sacristán de Dolores, del cura de Chamacuero y de varios religiosos del convento del Carmen de Celaya, aprisionándolos y manteniéndolos arrestados”.



En tanto que en el caso de José María Morelos la excomunión la dictó el mismo abad sólo que el 22 de julio de 1814.



Este dictamen, también publicado en el libro anual del Instituto Superior de Estudios Eclesiásticos, ya había sido adelantado por el P. Watson cuando fue nombrado por el Cardenal Rivera Carrera para dirigir los estudios de los próceres y desde entonces se había sugerido la posibilidad de que, por tratarse de una petición federal a través de los diputados de la legislatura saliente, los resultados pudieran influir para que la Secretaría de Educación Pública modificara el apartado sobre la Independencia de México conforme a la veracidad histórica en los libros de texto gratuito para educación básica.



¿Juicio y excomunión validos?



Obispos, sacerdotes y laicos se han interesado en este asunto pues en principio se reconoce que pudo haber varias irregularidades de forma y fondo en los juicios realizados durante la lucha armada en contra de los insurgentes. Para empezar, juristas y teólogos tendrán que definir si el entonces Obispo electo de Michoacán, Manuel Abad y Queipo, tenía fuero para excomulgar al cura Hidalgo puesto que su nombramiento no había sido ratificado por Roma.



Ciertamente el Regio Patronato facultaba a los reyes de España el hacer nombramientos para la Nueva España, dada la premura por atender los asuntos eclesiales de América y las enormes distancias que separaban a México de Roma y España. Aún así, las decisiones de la monarquía quedaban sujetas a la aprobación pontificia por lo cual hay argumentos de peso para afirmar que la excomunión de Abad y Queipo pudiera ser declarada como "nula".



Aún más, la Comisión también deberá dirimir la diferencia entre el juicio de degradación del sacerdote y la excomunión impuesta en su contra, procesos diferentes



Hidalgo confesado y en comunión con la Iglesia



De acuerdo con definiciones modernas de la excomunión, ésta hubiera quedado levantada por el arrepentimiento mismo del excomulgado y según la Colección Eusebio y Davalos "Papeles para la Independencia" hay documentación suficiente para demostrar que Hidalgo se arrepintió de las muertes causadas durante la revuelta y de otras cosas más que constan en actas.



En el volumen I, Número 19 de este fondo hay un dato revelador: la relación de hechos tras el proceso de degradación del cura Hidalgo: "Notifiqué al expresado reo Miguel Hidalgo y Costilla en su persona el auto que antecede de veintiséis del corriente, pronunciado por su señoría el señor comandante general don Nemecio Salcedo, de conformidad con lo pedido por don Rafael Bracho, encargado del despacho de esta auditoría, condenándolo a ser pasado por las armas y a la confiscación de sus bienes, y en seguida le llamó un confesor, a fin de que se preparase a morir cristianamente, y para la debida constancia la pongo por diligencia, que dicho señor comisionado firme conmigo, de que doy fe.Ángel Avella".



Al haberse arrepentido y confesado de estos pecados, no habría razón para mantener la excomunión bajo la óptica del actual derecho canónico. Sin embargo, es necesario recordar que la Iglesia en México se regía por dos criterios legislativos: el Concilio de Trento y el Tercer Concilio Provincial Mexicano del siglo XVI y estos documentos tendrían que ser revisados por los juristas para determinar los criterios canónicos de la época.



Enterrados en "camposanto"



El devenir histórico ofrece argumentos a favor de que la excomunión de Hidalgo haya sido declarada nula o por el contrario se haya levantado sin que de momento, esto se pueda demostrar de manera documental. Por eso el Arzobispado de México buscará evidencias; entre ellas, se puede mencionar el hecho de que después del fusilamiento, Hidalgo haya sido enterrado en camposanto aunque esto hubiese sido imposible si se tratara de un excomulgado.



El mismo fondo de Eusebio y Dávalos remite el testimonio de Manuel de Salcedo: "fue pasado por las armas en la forma ordinaria a las siete de la mañana de este día, sacándose su cadáver a la plaza inmediata en la que colocado en tablado a propósito, estuvo de manifiesto al público, todo conforme a la referida sentencia, y habiéndose separado la cabeza del cuerpo en virtud de orden verbal del expresado superior jefe; se dio después sepultura a su cadáver, por la santa y venerable hermandad de la orden de penitencia de nuestro seráfico padre San Francisco, en la capilla de San Antonio del propio convento. Y para la debida constancia firmé la presente en la villa de Chihuahua a los treinta días del mes de julio de 1811. Manuel de Salcedo".



Posteriormente, hay varios relatos sobre el traslado de los restos de los caudillos a la Catedral Metropolitana, incluso en diferentes épocas históricas: la primera refiere a una solemne procesión de los restos mortales de los héroes desde la Alhóndiga de Guanajuato hasta la Parroquia de Santo Domingo y de allí a la Catedral de México, donde con solemnidad fueron trasladados en una urna cubierta con terciopelo negro, acompañada la marcha con el repicar de las campanas y el coro del Cabildo y las cofradías existentes.



Los restos fueron colocados en la Capilla Real y en aquel entonces se escribió: "A los honorables restos de los magnánimos e impertérritos caudillos, padres de la libertad mexicana, y víctimas de la perfidia y el nepotismo, la patria llorosa y agradecida erigió este público monumento". Luego de salir y entrar un par de veces, los restos fueron colocados en la Capilla de San José, y allí estuvieron cerca de cuarenta años hasta que en 1925 salieron de la Catedral para ser colocados en la base de la Columna del Ángel de la Independencia sobre Paseo de la Reforma.



Los criterios que regían a la Iglesia antes de la desamortización de los bienes eclesiásticos aseguraban que aquellas personas que morían excomulgadas, judaizantes, anatemas, herejes o simplemente no bautizados, no podían ser sepultadas en "camposantos". Colocar los restos de héroes excomulgados en el máximo recinto de la Iglesia local hubiera escandalizado a la sociedad por tratarse de personas supuestamente muertos en pecado.



Otros intentos de exculpación



Poco conocidos, a lo largo del siglo pasado, los arzobispos de México se han preocupado por la situación del Padre de la Patria, Miguel Hidalgo, y de los próceres de la Independencia.



Durante la gestión del Arzobispo Luis María Martínez, hacia 1953, los reconocidos investigadores Jesús García Gutiérrez, José Bravo Ugarte y Juan B. Igniñiz, especialistas en temas eclesiásticos, presentaron una serie de conclusiones alusivas a la situación del cura Hidalgo y Costilla: "Está terminado nuestro trabajo, que creemos haber hecho con serena imparcialidad, sin que ser movidos por la pasión, ni prejuicio alguno y cuidando de apoyar en fundamentos sólidos. De lo expuesto se concluyó: a) El cura Hidalgo no incurrió en excomunión alguna por haber iniciado la independencia; b) Incurrió varias veces en la excomunión del Canon por los ataques innegables a la libertad y vida de los clérigos y religiosos; c) No incurrió en la excomunión de la Inquisición; y d) Habiendo muerto confesado y absuelto, con esa muerte cristiana cesaron todos los efectos de la excomunión y esperamos en la misericordia infinita de Dios nuestro Señor que salvará su alma".



El mismo Cardenal Miguel Darío Miranda, el 6 de septiembre de 1956 hizo colocar la Bandera de México en el Altar Mayor de la Catedral Metropolitana y pidió a los fieles católicos orar por los héroes de la patria mexicana.



Años más tarde, resultó muy simbólica la Misa realizada el 12 de septiembre de 1985 en la parroquia de Dolores, Hidalgo, que en el marco de la conmemoración del 175 aniversario del inicio de la Independencia oficiaron los obispos mexicanos encabezados por el Cardenal Ernesto Corripio Ahumada. Los obispos mexicanos difundieron el documento "La verdad de la excomunión de Hidalgo y durante la homilía, el Arzobispo Corripio destacó la importancia de los caudillos para México y su Iglesia.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Consideraciones en torno a las excomuniones de Hidalgo y Morelos



domingo, 30 de agosto de 2009

Gustavo Watson Marrón



Las excomuniones

Ante la propuesta de algunos diputados de que el Vaticano levante la excomunión de Hidalgo y Morelos, con motivo de los festejos por el bicentenario del inicio de la lucha por la independencia de México, hago las siguientes consideraciones.

La excomunión es una pena eclesiástica por medio de la cual un bautizado queda fuera de la comunión con la Iglesia católica. Se cae en ella, no por una arbitrariedad de alguna autoridad eclesiástica, sino por faltar a alguna ley de la Iglesia que conlleva esa pena. Actualmente son muy pocos los casos en los que se puede caer en excomunión, a principios del siglo XI X había algunos más, pero siempre por motivos graves. “Un excomulgado no podía recibir la eucaristía ni ser sepultado en terreno sagrado, y si era sacerdote no podía celebrar los sacramentos".

A esto hay que añadir que la Iglesia, desde sus inicios ha puesto los medios para que un individuo pueda recibir el perdón y ha señalado los medios para borrar toda pena eclesiástica. Uno de ellos es que si alguien en peligro de muerte se confiesa de sus pecados con un sacerdote, inmediatamente se le levanta toda excomunión y cualquier otra censura.



Miguel Hidalgo y Costilla comenzó la lucha por la independencia de México el 16 de septiembre de 1810, y el día 24 de ese mes el Obispo electo de Michoacán Manuel Abad y Queipo promulgó el edicto que declaraba que Hidalgo había incurrido en excomunión. El motivo fue «por haber atentado contra la persona y libertad del sacristán de Dolores, del cura de Chamacuero, y de varios religiosos del convento del Carmen de Celaya, aprisionándolos y manteniéndolos arrestados»1 . Al haber hecho esto iba contra el canon 15 del Concilio II de Letrán, del año 1138, que dice así:





«Si alguno, persuadido por el diablo, comete el sacrilegio de poner manos violentas en la persona de un clérigo o de un monje, quede atado con el lazo del anatema [excomunión] y ningún obispo pueda absolverlo, si no es en peligro de muerte, hasta que se presente a la Sede Apostólica y cumpla lo que se le mande»2.



Posteriormente al edicto de Abad y Queipo hubo otras situaciones de violencia hacia eclesiásticos como el propio Hidalgo declaró en Chihuahua, en mayo de 1811, ante el juez Ángel Avella, nombrado por el jefe de las armas Nemesio Salceda. A la pregunta 16 del interrogatorio, que era sobre los asesinatos en varias poblaciones de europeos y criollos sin forma alguna de proceso, Miguel Hidalgo contestó que sí tuvo parte «en los de Valladolid, que fueron ejecutados de su orden, y serian como sesenta los que perecieron. Que por la misma razón la tuvo en los de Guadalajara, que ascenderían como a trescientos cincuenta, entre ellos un lego carmelita y un dieguino, si mal no se acuerda, que no sabe si era lego o sacerdote». y a la pregunta 11 sobre si había impedido el ministerio de aquellos que estaban en contra de los insurgentes señaló que en algunos casos los había tolerado desentendiéndose de ellos, pero «ha reprendido al Padre Corona en Guadalajara y ha llegado a arrestarle porque predicó en contra de la insurrección».



Posteriormente al edicto de Abad y Queipo, el 11 de octubre de 1810, el Arzobispo de México Francisco Xavier Lizana y Beaumont en un edicto indicaba que lo realizado por Abad y Queipo respecto a Hidalgo era conforme a derecho, y el 24 de octubre el Obispo de Guadalajara, Juan Cruz Ruiz de Cabañas, publicó otro en donde también lo aprobaba 3.



Ha habido discusiones entre los historiadores sobre si esta excomunión fue válida o no. El Padre Mariano Cuevas, en su Historia de la Iglesia en México, señalaba que no fue válida pues Abad y Queipo no era verdadero obispo, sino un intruso 4. Esta postura está sustentada en que mientras el Rey de España Fernando VII estuvo prisionero en Francia, de 1808 a 1814, en su nombre gobernó una Regencia, y ella era la que nombraba a todos los obispos en las diócesis que iban vacando. Esto por la situación de emergencia, pues la presentación de los obispos en América española le tocaba al Rey, por el derecho del Real Patronato que tenía. Los que eran presentados para obispos tenían que recibir la bula del papa para poder ser consagrados. Sin embargo, el Papa Pío VII estuvo prisionero por Napoleón e incomunicado de todo lo que sucedía en la Iglesia desde 1809

a 1814, primero en Savona (Italia), y luego en el Castillo de Fontainebleau, por lo tanto no podía firmar las bulas de los que eran presentados para obispos (ni tampoco Pío VII se enteró de lo que sucedía en México, sino hasta después de mayo de 1814 cuando fue liberado). El problema fue que cuando Fernando VII recuperó el trono el 4 de mayo de 1814, desconoció lo que habían hecho las Cortes y la Regencia, y los que habían sido presentados por ésta para obispos, no fueron consagrados, cosa que le sucedió a Abad y Queipo.



A la postura del P. Cuevas le respondió una comisión que formó en 1953 el Arzobispo de México Luis María Martínez, integrada por los sacerdotes historiadores Jesús García Gutiérrez y José Bravo Ugarte S.I., así como por el laico Juan B. Iguíniz, Director de la Biblioteca Nacional. Esta comisión señaló que los obispos presentados por la Regencia fueron tenidos como verdaderas

autoridades eclesiásticas de esas diócesis y obedecidos por todos. Que además, cuando una diócesis estaba vacante, gobernaba el Cabildo de la Catedral quien nombraba un Vicario Capitular el cual, en sede vacante, tenía autoridad para declarar la excomunión. Pues bien, Abad y Queipo fue nombrado por el Cabildo eclesiástico de Michoacán como Vicario Capitular, y así tenía toda la autoridad para gobernar la Diócesis. Por tanto esa excomunión fue válida 5.



Sin embargo, Hidalgo no murió excomulgado pues consta en las actas de su proceso que se confesó antes de morir. El 29 de julio de 1811, en Chihuahua, luego de ser condenado a ser pasado por las armas y a la confiscación de sus bienes «en

seguida se le llamó a un confesor, a fin de que se preparase a morir cristianamente» 6.



Y cuando se sobreselló la causa contra Hidalgo en el Tribunal de la Inquisición, el 15 de marzo de 1813, el Doctor Félix Flores Alatorre señaló que constaba del oficio del comandante de las Provincias internas, Brigadier don Nemesio Salcedo, «que antes de ir al cadalso [Hidalgo] se confesó generalmente, y reconcilió varias veces»7.



A esto hay que agregar que fue enterrado en terreno eclesiástico, cosa que en ese tiempo jamás se hubiera hecho con un excomulgado, pues las actas del proceso nos dicen que el 30 de julio de 1811 Hidalgo, luego que fue pasado por las armas



«y habiéndose separado la cabeza del cuerpo [...]; se dio después sepultura a su cadáver, por la santa y venerable hermandad de la orden de penitencia de nuestro seráfico padre San Francisco, en la capilla de San Antonio del propio convento [en Chihuahua ]»8.



Luego de la consumación de la Independencia, siendo Presidente del supremo Gobierno de la República el general don Vicente Guerrero, el Soberano Congreso Constituyente de México expidió un decreto con fecha 19 de julio de 1823 en que se declaraba Beneméritos de la Patria en Heroico Grado a los señores don Miguel Hidalgo, don Ignacio Allende, don Juan Aldama, don Mariano Abasolo, don José María Morelos y ocho caudillos más. El decreto ordenaba la exhumación de los restos de los héroes y que éstos fueran trasladados a una caja, que se conduciría a la Capital, cuya llave sería custodiada en el archivo del Congreso. Esa caja se trasladaría a la Catedral el 17 de septiembre «con toda la publicidad y pompa, dignas de un acto tan solemne, en la que se celebrará un oficio de difuntos con oración fúnebre». y también «en la Catedral [de México] se levantará un sepulcro en que se depositará la caja, con la inscripción que ponga la Universidad y apruebe el gobierno»9.



En cumplimiento de este decreto, el 18 de agosto de 1823 fueron exhumados en Chihuahua los restos de los cuerpos de Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez. También fueron exhumados en Guanajuato los cráneos de los mismos héroes el 31 de agosto. Lo mismo sucedió en las distintas partes donde estaban enterrados los otros caudillos. El 15 de septiembre estaban reunidos en la Colegiata de Guadalupe y, el día 17, hubo una gran procesión por toda la ciudad, hasta llegar a la Catedral, en donde se cantó una solemne vigilia y luego una misa. Los huesos de los héroes fueron depositados en la bóveda de los virreyes bajo el altar de los Reyes en la Catedral, donde permanecieron 72 años, hasta 1895, cuando fueron trasladados a la Capilla de San José en la Catedral 10. En 1926 fueron colocados en el monumento a la Independencia, en el Paseo de la Reforma. Todo esto no hubiera ocurrido si Hidalgo y Morelos hubieran muerto excomulgados.



El caso de José María Morelos en este sentido es similar. Él también fue excomulgado por Abad y Queipo el 22 de julio de 1814 11, pero igual que Hidalgo, se reconcilió plenamente con la Iglesia, como nos dice el historiador de esa época don Lucas Alamán:



«Fueron llamados entonces el cura Guerra y otros eclesiásticos para disponerlo a morir, aunque ya lo estaba desde que había tomado ejercicios [espirituales] [...] el 22 [de diciembre de 1815] á las seis de la mañana, Concha lo hizo poner en un coche con el P. Salazar y un oficial, escoltándolo la división de su mando y tomaron el camino del santuario de Guadalupe: Morelos iba rezando diversas oraciones y en especial los salmos "Miserere" y "De profundis," que sabía de memoria, y su fervor se encendía a cada plazuela que atravesaban de las varias que hay en el tránsito, creyendo que en alguna de ellas iba á ejecutarse la sentencia, y manifestaba mucho deseo de padecer en este mundo temeroso de las penas del purgatorio, aunque confiaba en la misericordia de Dios, que sus pecados habían sido perdonados»12.



Continúa Lucas Alamán diciendo que al llegar a Guadalupe quiso ponerse de rodillas, lo que hizo no obstante el estorbo de los grillos. Hay una placa en la Iglesia del Pocito, en la Villa de Guadalupe, que señala que fue en ese lugar donde Morelos rezó. Luego Morelos fue trasladado a San Cristóbal Ecatepec, donde fue fusilado.



Una última observación es que el 12 de septiembre de 1985, con motivo de los 175 años del grito de Dolores, con asistencia de 31 obispos y 122 sacerdotes, el Arzobispo de México, Cardenal Ernesto Corripio Ahumada, presidió una Eucaristía, y en la homilía alabó la obra del Padre Hidalgo, sus acciones a favor de los habitantes del Curato de Dolores, lo que supuso para él haber hecho tocar la campana para convocar al pueblo a luchar por la independencia, y también comentaba el hecho de tomar a la Guadalupana como bandera de la independencia 13.



Por tanto, habiendo muerto Hidalgo y Morelos dentro de la Iglesia y en plena comunión con ella; y habiendo honrado la Iglesia católica a dichos héroes desde la consumación de la independencia, no hay razón para pedir que se les levante la excomunión. Esto ya sucedió en el día que ellos se confesaron antes de morir. Por otra parte, la Iglesia católica que peregrina en México, seguramente se unirá a los festejos por el inicio de la lucha por la independencia pues los católicos mexicanos amamos a nuestra Patria, honramos a los que lucharon por ella, y además sabemos que todos los que militaron en las filas insurgentes fueron católicos y algunos de ellos sacerdotes 14.



La degradación



Hay muchas personas que confunden excomunión y degradación; piensan que es lo mismo cuando son dos cosas totalmente distintas. De acuerdo con la sentencia de degradación del proceso efectuado contra Morelos, ésta consiste en la privación de beneficios, oficios y ejercicio del orden. El ritual prescrito por el pontifical romano indicaba que se quitaran al clérigo las vestiduras sacerdotales. Durante el Virreinato de la Nueva España, esta ceremonia se realizó en contadas ocasiones, entre ellas con Hidalgo y Morelos. Algo similar se hacía cuando un militar recibía la pena de muerte y se le quitaban las insignias de sus grados militares. Era un rito que venía desde el medievo y fue desapareciendo a lo largo del siglo XIX.



Es importante anotar que existen muchas versiones populares que carecen de sustento y para tener exactitud histórica y certeza científica debemos atender a los documentos que resguarda el Archivo General de la Nación. En el acta de degradación de Hidalgo, publicada por Hernández y Dávalos, se señala que fue realizada por el Canónigo de Durango 15 Francisco Fernández Valentín el 29 de mayo de 1810. Esto porque no lo quiso realizar personalmente el Obispo de Durango, Francisco Gabriel Olivares, y se lo encomendó a dicho Canónigo. A Hidalgo se le fueron quitando los ornamentos sacerdotales (nunca se menciona en el acta que se le raspó la piel de la cabeza o las manos, tampoco lo menciona el acta de degradación de Morelos, ni Lucas Alamán cuando habla de ella) 16 .Esto no quiere decir que se les quitara el sacerdocio, pues la definición dogmática que dio el Concilio de Trento en el canon 4 del Sacramento del Orden, en la sesión XXIII (15 de julio de 1563), dice lo siguiente:





«Si alguno dijera, que con la sagrada ordenación no viene transmitido el Espíritu Santo [...] y que ella no imprime el carácter; o que quien ha sido una vez sacerdote, puede volver a ser laico, sea anatema» 17.



Lo que significa que el carácter sacerdotal no se puede perder por ningún tipo de ceremonia, sino que permanece eternamente. La conclusión es que, a pesar de la degradación, Hidalgo y Morelos murieron siendo sacerdotes de la Iglesia católica.



Por último cabe mencionar que a partir del reinado de Carlos III (1759 -1788) y hasta el fin del dominio del imperio español en las Indias, la Corona emitió varios decretos que reducían la jurisdicción eclesiástica. Entre otros se encontraba lo relativo a la pena corporal sobre los eclesiásticos de manera que las medidas coercitivas más suaves de la Iglesia, como la reclusión y el ayuno, fueron modificadas por la decisión de someter al clero a la autoridad judicial directa del Estado español. Los tribunales de jurisdicción unida (civil y eclesiástica) que juzgaron a Hidalgo y Morelos fueron creados dentro de estas políticas reformistas borbónicas por la Junta que redactó el Nuevo Código en 1783, que remplazaba la legislación de la Recopilación de Indias de 1681 18. Con el Nuevo Código los jueces reales podían dictar sentencias de ejecución sobre los sacerdotes, obligando

a la degradación. La 1glesia buscó evitar este tipo de injerencia abusiva a raíz del proceso contra Morelos. Por ejemplo, el Provisor y Vicario General del Arzobispado de México el 14 de julio de 1816, apoyado por el mismo Arzobispo de México Pedro José de Fonte, pedían que las leyes 12, título 9; la 13 titulo 12; y la 71 título 15, libro 1° del Nuevo Código fuesen puestas en revisión y volver a las antiguas leyes de Indias 9 y 10 título 11, libro 1°, las cuales prescribían sólo expatriación «de acuerdo a las suaves facultades de la jurisdicción de la Iglesia»19 .Lo cual nos demuestra que incluso en las altas jerarquías de la Iglesia, no se estaba de acuerdo con ese sistema.











Licenciado en Teología (ISEE). Es Director de] Archivo histórico de] Arzobispado de México

y Profesor-Titular del ISEE.



1 El origina] del edicto está en el Archivo General de la Nación (AGN), Documentos para la historia de la guerra de independencia, ramo 260, tomo 11, vol. II, documento 44. Todos los documentos del AGN que citare se encuentran en Juan E. HERNÁNDEZ y DA VALOS, Colección de documentos para la historia de México, dirección de Virginia Guedea y Alfredo Ávila, Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, México 2007 (www.pim.unam.mx/juanhdz.html). El edicto también está publicado por J. M. DE LA FUENTE, Hidalgo íntimo, [edición facsimilar de la de 1910], Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Morelia ] 1985,483-487.



2 Conciliorum Oecumenicorum Decreta, a cargo de Giuseppe Alberigo, Edizioni Dehoniane Bologna, Bolonia 1991,200



3 El edicto de Lizana se encuentra en Gaceta de México, 1810,870-871. El edicto de Ruiz de Cabañas se encuentra en AGN, Documentos para la historia de la guerra de índependencia, ramo 260, tomo II, vo1. I documento 103. Otro edicto del 18 de octubre del Arzobispo Lizaria se encuentra en lbídem, documento 89.



4 M. CUEVAS, Historia de la Iglesia en México ,TV, Editorial "Revista Americana", El Paso Texas 1928,65-66.



5 J. GARClA GUTIERREZ - J. BRAVO UGARTE – B. IGUINIZ, Dictamen sobre las excomuniones de Hidalgo, Editora Acción,

Toluca 1953, 10-13.



6 AGN, Documentos para la historia de la guerra de independencia, ramo 260, tomo 1 vol. I. documento 34.



7 Ibidem, documento 6].



8 Ibidem, documento 19.



9 Ibidem, tomo [], vol. I[I], documento 25l.



10 Cfr. J. M. DE LA FUENTE, Hidalgo intimo, 400-406.



11 L. ALAMAN, Historia de México desde los primeros movimientos que prepararon su Independencia en el año de 1808 hasta la época presente, Tomo 4, Instituto Cultural Helénico y Fondo de Cultura Económica, 30 l.



12 lbidem, 332-333



13 Esta homilía está publicada en: Documentación e información católica [DIC], 1985,639-643



l4 José Bravo Ugarte se dedicó a investigar todos los sacerdotes que lucharon durante la guerra de la independencia en uno y otro bando. Encontró que los clérigos y religiosos que militaron en las tropas insurgentes fueron 122, los que estuvieron en las tropas realistas fueron 20, y los que formaron parte del ejército trigarante fueron 3 .J. BRAVO UCARTE, Temas históricos diversos, Jus, México 1966, 83-95. Por otra parte entre los eclesiásticos de la Nueva España hubo varias posturas respecto a la guerra por la independencia, como hubo vanas posturas en la sociedad novohispana. Había clérigos como Hidalgo y Morelos que lucharon con las armas por ella. Otros no participaron de esta manera, porque pensaban -de acuerdo con las leyes de la 19lesia- que su condición sacerdotal no les permitía entrar en la lucha armada, pero deseaban la independencia y manifestaron su júbilo cuando se consumo. Otros veían que era necesaria esta independencia, pero querían que se realizara de manera pacífica, (a la postre se logró en 1821. Los eclesiásticos peninsulares generalmente se opusieron, y como la mayoría de obispos y gran parte de los canónigos de la Nueva España lo eran, eran contrarios a las ideas independentistas.



15 La villa de Chihuahua pertenecía eclesiásticamente a la diócesis de Durango.



16 AGN, Documentos para la historia de la guerra de independencia, ramo 260, tomo 1, vol I, documento 34. L.

ALAMAN, Historia de México, tomo 4, 326.



17 Conciliorum Oecumenicorum Decreta, 744.



18 Nancy M. FARRIS, La Corona y el clero en el México colonial 1579-1821. La crisis del privilegio eclesiástico, Fondo de Cultura Económica, México 1995, págs. 69, 96,106, y 164.



19 El original esta en AGN, Documentos para la historia de la guerra de independencia, ramo 260, tomo V1, vol. II, documentos 298 y 299

Inicia la Arquidiócesis de México la conmemoración del bicentenario de la independencia de México


Presentación de conferencia sobre la excomunión de los curas Hidalgo y Morelos.
Nos encontramos en Vísperas de celebrar el Bicentenario de la Independencia de México y del Centenario de la Revolución Mexicana, dos eventos sin los cuales no podríamos entender nuestra historia nacional

En 1810 y 1910 encontramos los cimientos relevantes de nuestra cultura, idiosincrasia e historia contemporánea.

Si lo que pretendemos -al conmemorar estos dos aniversarios- es entender mejor el devenir de nuestro pueblo, mayoritariamente católico, pero también patriota y ávido de progreso y de justicia social, la Iglesia Mexicana está obligada a hacer referencia permanente a estos dos acontecimientos en los que jugó un papel de suma relevancia.



Hemos convocado a esta conferencia de prensa con la intensión de despejar de una vez por todas algunas dudas que han surgido en torno a la validez de la excomunión del padre de la patria, el Cura Don Miguel Hidalgo y Costilla, y otros destacados caudillos como el Cura José María Morelos “El Siervo de la Nación” y otra centena de sacerdotes más que abrazaron los ideales de crear un país independiente de la opresión española y que levantaron la voz acompañada de acciones valientes y heroicas en pos de una mayor justicia social a la que en conciencia se sintieron obligados a practicar.



Como se recordará, en octubre de 2007 diputados del Partido de la Revolución Democrática y del Partido Revolucionario Institucional propusieron sobre este tema un punto de acuerdo en el Palacio Legislativo de San Lázaro, del cual turnaron una copia al cardenal Norberto Rivera Carrera, Arzobispo Primado de México.



En el marco del Mes de la Patria -a un año de la conmemoración de este magno evento-, y como inauguración de la conmemoración del bicentenario que la Arquidiócesis de México ha organizado a instancias de su arzobispo, el cardenal Norberto Rivera Carrera, después de que la Iglesia Católica fuera de forma inexplicable y vergonzosa, excluida de la comisión oficial de las celebraciones, con gran responsabilidad y satisfacción damos respuesta a través de la lúcida, rigurosa y paciente investigación histórica del P. P. Gustavo Wattson a la demanda que hicieron los legisladores, la cual abarcaba dos puntos concretos:



Primero, exhortaban los diputados a la Secretaría de Relaciones Exteriores a iniciar las gestiones relativas al levantamiento de los edictos de excomunión en contra de los independentistas mexicanos ante el Estado Vaticano.



Y, segundo, pedían a la Secretaría de Gobernación promover la revisión de los edictos de excomunión de 1811 y 1814, “por representar –según ellos- un desconocimiento de facto a nuestro país, como nación independiente, además de la posible omisión a nuestro orden constitucional emanado del Constituyente de Apatzingán en 1814”.

Frente a tales solicitudes, respondemos a los diputados que suscribieron dicho punto de acuerdo, antes de que termine su gestión legislativa, y que son:

José Alfonso Suárez del Real y Aguilera,

Beatriz Pagés Llergo Rebollar,

Rosario Ortiz Magallón,

Claudia Cruz Santiago

y David Sánchez Camacho.

martes, 1 de septiembre de 2009

Mensaje del Obispo de Córdoba, Mons. Eduardo P. Patiño Leal, en la misa por la Patria

Mensaje del Obispo de Córdoba, Mons. Eduardo P. Patiño Leal, en la misa por la Patria, celebrada en la Catedral de la Inmaculada, con ocasión del 188 Aniversario de los “Tratados de Córdoba”
Viernes, 28 de Agosto de 2009
Hermanos y hermanas en el Señor:

Hoy en nuestra heroica ciudad de Córdoba y en todo nuestro Estado de Veracruz, estamos celebrando un acontecimiento que significó para toda la nación mexicana, un hito trascendental en su historia: el triunfo de los anhelos por tener una nación independiente, libre y soberana, al tiempo que se superaban once años de lucha fratricida. Por la firma de los Tratados de Córdoba, la razón y la buena voluntad, la búsqueda de la conciliación y la paz, vencieron a la fuerza de las armas y a la inercia de las pasiones, al resentimiento o las ansias de venganza.

¡Cuánto podemos y debemos aprender de nuestra historia! Recordamos que la Historia es “magistra vitae” – maestra de la vida. Claro que eso supone que los mexicanos seamos humildes y nos dejemos auxiliar del indispensable servicio de los historiadores e investigadores que nos puedan brindar una revisión y presentación veraz, bien informada, objetiva y serena de nuestra historia. Una relación de los hechos que supere las visiones parciales o maniqueas, en las que sólo existen héroes y villanos.

Sabemos que en los procesos humanos y en la historia real, se dan también villanos que tuvieron sus aciertos, así como héroes que tuvieron sus defectos. Ayudará mucho a las nuevas generaciones de niños y jóvenes mexicanos, ofrecer una visión más cercana a la verdad histórica, que nos invite a reconocer y evitar los errores, y a identificar e imitar lo bueno y laudable de cada uno de los protagonistas, independientemente de las corrientes ideológicas que estaban en boga en el México de hace 200 años, o las que hoy conocemos en el pluralismo del México actual. A todos nos ayudaría grandemente el podernos reconciliar con nuestra historia pasada, purificar nuestra memoria y construir una sociedad armónica, más respetuosa y tolerante.


Desde que llegué como Obispo de Córdoba en el año 2000, me cautivó el relato inscrito en el Portal de Zeballos, en el que se nos refiere cómo el 24 de agosto de 1821, “después de oír misa” los delegados de la antigua España y del México por nacer se encaminaron a aquel histórico portal, mientras comentaba el comandante del ejército trigarante: “Supuesta la buena fe y armonía con que nos conducimos en este negocio; creo que será muy fácil cosa que desatemos el nudo sin romperlo”.


Esta hermosa metáfora se retoma en la parte introductoria de Los Tratados de Córdoba, donde se menciona la finalidad de esa reunión o conferencia para discutir “el gran negocio de la independencia, desatando sin romper los vínculos que unieron a los dos continentes.”


Al cumplirse hoy el 188 Aniversario de este gran paso en la Consumación de la Independencia de nuestra Patria, acepté con gusto la propuesta de celebrar esta MISA POR LA PATRIA. Todos sabemos que nuestra patria tiene todavía mucho por superar y crecer en el camino de una más perfecta libertad, soberanía, bienestar, progreso y paz para todas las familias mexicanas. En este sentido la “consumación” de la independencia es un proceso que no ha terminado, es una tarea siempre abierta. Podríamos decir: hay muchos nuevos nudos que debemos desatar sin romper.


Para quienes creemos en Cristo, la fe tiene mucho que aportarnos en esta construcción de la civilización del amor.


El Apóstol Santiago hoy nos ha invitado en su Carta a tener la sencillez propia de los sabios: a no dejarnos dominar por la rivalidad o por el espíritu de discordia, ya que la vanagloria y la rivalidad sólo conduce al desorden y a la maldad. Más bien nos invita a pedir de Dios la sabiduría que es pacífica, benévola y conciliadora. Como lo hacemos especialmente los domingos, pediremos hoy por todas nuestras autoridades civiles de los poderes ejecutivos, judiciales y legislativos de todos los niveles, para que encuentren siempre los consensos que favorezcan el bien de todos los mexicanos. De ese modo será realidad lo que nos dice el Apóstol: “los pacíficos siembran la paz, y cosechan frutos de justicia”. (Cf. Santiago 3, 13ss).


Los cristianos podemos cosechar más fácilmente estos frutos de justicia, haciendo nuestro el espíritu de las Bienaventuranzas que hoy también hemos escuchado en el Evangelio de San Mateo: Jesús nos invita a ser hombres “pobres de espíritu” que saben siempre reconocer la valía y el pensamiento del que piensa distinto; nos invita a no conformarnos con estructuras que corrompen, sino a “tener hambre y sed de justicia” y a llenarnos de solidaridad a través de la “misericordia” sincera con los más vulnerables; nos exhorta a tener la pureza de intención en todos nuestros actos, haciendo a un lado nuestros intereses particulares o de grupo; el Señor nos invita a trabajar en la construcción de la paz para poder ser llamados hijos de Dios. Nos invita a no temer a los que pueden perseguirnos por buscar esos valores, más bien nos llama a ser coherentes y no renunciar a nuestras convicciones por esa civilización del amor, que es anticipo del Reino de su Padre Dios. (cf. Mateo 5, 1-12).


Sí hermanos: Anhelamos una sociedad cada vez más justa, democrática y participativa, donde todos puedan gozar de las condiciones que garanticen una vida digna y decorosa, una vida familiar en unidad y armonía, un trabajo apreciado y creativo que redunde en bien de la comunidad, una vida social y política donde los derechos humanos, la libertad y los valores solidarios sean algo cotidiano y ordinario.


Sabemos que nos falta mucho para gozar de un México seguro, sano y fuerte en todos los sentidos. Por ello elevamos hoy nuestra súplica a Dios. El mundo de hoy, quiere con frecuencia prescindir de Dios o incluso sacar a Dios de todos nuestro espacios de vida. Pero es precisamente Dios, nuestro Creador, el primer interesado por nuestro bien, y es apoyándonos en El que podremos trabajar sin desfallecer por una patria más justa, hermosa y acogedora para todos. Para eso estamos aquí esta mañana. Pidámoselo con humildad y confianza.