miércoles, 9 de julio de 2008

Plegaria Silenciosa



Le pedí fuerzas a Dios para llegar más lejos,
y me hizo débil
para que aprendiera la humilde obediencia.

Le pedí salud para hacer cosas grandiosas,
y me hizo frágil para que hiciera cosas mejores.
Le pedí riquezas para ser feliz,
y me dio la pobreza para que fuera sabio.
Le pedí poder para ser admirado por los hombres,
y me dio debilidad
para que sintiera la necesidad de Dios.
Le pedí todas las cosas para disfrutar la vida,
y me dio vida para disfrutar todas las cosas.
No tuve nada de lo que pedí,
pero todo lo que esperaba,
casi a pesar de mí mismo,
mis silenciosas plegarias fueron escuchadas.
Soy el más rico en bendiciones
entre todos los hombres.

La Cruz en mi bolsillo


Llevo una cruz en mi bolsillo
un recordatorio de que soy cristiano.

No importa donde me encuentre.
Esta pequeña cruz no es mágica
ni es un talismán de buena suerte.
No esta hecha para protegerme de todo daño.
No es para identificación
para que todo el mundo la vea.
Es simplemente un acuerdo entre mi Salvador y yo.
Cuando meto la mano en mi bolsillo
para sacar una moneda o una llave,
la cruz esta ahí para recordarme que
El se sacrificó por mí.
Me recuerda también dar las gracias
por mis bendiciones diarias
y esforzarme por servir a Dios mejor en todo
lo que digo y hago.
También es un recordatorio diario por la paz
y el bienestar que comparto con quienes
conocen al Señor y se entregan a su cuidado.
Por lo tanto, llevo una cruz en mi bolsillo.
Recordándome a mi solo
que Jesucristo será Señor de mi vida
únicamente con permitirle que lo sea.